*Secundino Villa de 42 años, cuenta que vive de lustrar zapatos, el hombre es padre de dos hijos, fruto de un matrimonio de 27 años

POR Baltazar SÁNCHEZ HUERTA / Redacción

  LÁZARO CÁRDENAS, MICH.- Secundino Villa Reyes, se sienta bajo la sombra de techumbres y negocios ubicados sobre la puerta Dos de la siderúrgica, a un costado de la Planta Tratadora de Agua de Lázaro Cárdenas, en las avenidas Rector Hidalgo y Constitución de 1917. De su cajón de bolero saca sus instrumentos de trabajo para lustrar los pares de zapatos que le llevan en una bolsa o en espera de un clienta para lustrarse el calzado.

  Explica que es su único ingreso, pues carece de pensión, apenas un apoyo ya que padece de una enfermedad de la cual no dio a conocer, pero explicó que este mal lo hace ver como si estuviera ebrio, aun cuando él no toma bebidas alcohólicas, pero no tiene seguro médico, sería muy importante para él, pues tiene este mal, destacó que para ayudarse en la economía recolecta latas de aluminio y así el poderse ayudar económicamente.

  Secundino Villa Reyes, de 43 años de edad, se sienta en la banqueta. Pone su cajón para bolear zapatos que le arriman en ocasiones y comienza a limpiarlos con agua y jabón. Dice “que tiene casi 30 años de dedicándose totalmente a bolear zapatos. A pesar de que antes fue obrero, así sin dejar su cajón de bolear; pero se me vino una enfermedad, y los patrones ya no dan trabajo”.

  Narra que cuando llegó de su pueblo, hace 30 años, el primer trabajo que tuvo fue el de bolero. Sin embargo, señala que ya no deja dinero como antes, cuando él llegó a Lázaro Cárdenas, cuando la ciudad tenía más gente los trabajadores salían de trabajar y se lustraban los zapatos hoy ya no lo hace tan frecuentemente.

  Ahora, indica, muchos zapatos son de plástico, dejaron de hacer calzado de piel, además de que las personas no tienen dinero para lustrar sus zapatos, abunda que sólo sale a trabajar tres días por semana. Lo hace en los bares y cantinas de la ciudad, donde a veces le va bien, explicó con gran tristeza pese a la marcha de los mineros este viernes pasado de medio día no llevo ni la primera boleada de zapatos, aun cuando ya tiene algunos clientes en vecindades donde le dan zapatos para bolear, con los que apenas ganará unos 150 pesos, pues la boleada la cobra en 25 o hasta 30 pesos.

  Explica que no siempre le va bien, pues a veces lo tratan mal en los mismos bares. No lo dejan trabajar, además de que los parroquianos prefieren tomar a traer los zapatos limpios, dice.

   “A veces [los clientes] no quieren pagar, prefieren gastar el dinero en tequila, vino, en embrutecerse, en lugar de darme 25 pesos por mi trabajo. Me echan grilla y me corren”, explica.

  Otra cosa que le pasa es que algunos clientes, al calor de las copas, no le quieren pagar por sus servicios, y se expone a los malos tratos de personas que “nacieron con dinero y creen que son superiores a los demás”.

  Sin embargo, los únicos recursos de Secundino son los de la boleada, pues al ser despedido de sus empleos formales, no recibió pensión alguna. “Así es esto”, dice mientras contempla a mineros que beben y beben, y está al pendiente para que no le ganen los botes que arrojan los de playera roja al no llegar los clientes que le llevan hasta un par de zapatos a los que da bola para poder llevar sustento a su familia.